Cuentos completos de terror, locura y muerte. Guy de Maupassant.
Cuentos completosde terror, locura y muerte se propone recoger todos aquellos relatos de
Maupassant, más de un centenar, que podrían definirse temáticamente como de
misterio, terror, locura o mundo imaginario. Así, el volumen reúne relatos
sobre la locura (Madame Hermet, La mano disecada, ¿Un loco?), sobre el doble
(El Horla, Él, Sobre el agua), sobre la muerte (El ahogado, Aparición, La
muerta), sobre el asesinato (El borracho, El diablo, Tombuctú), así como
cuentos crueles (La loca, Una vendetta, El tío Judas) o sobre el suicidio (La
noche, Suicidios, Sobre el agua). La mayoría de los relatos de Maupassant
comienzan con un preámbulo en un marco cotidiano, como una reunión de amigos.
Uno de los contertulios narra una anécdota que le ha sucedido o de la que ha
sido testigo. Este narrador, que sustituye al novelista, garantiza que lo que
va a contar está sacado de la vida real, logrando impresionar la imaginación
del lector con la descripción de su propio terror interior y provocando que
«por su espalda corra más de un escalofrío».
Opinión:
Casi todos los cuentos de Guy de Maupassant me resultaron una delicia. Hasta que llegué al capítulo titulado Châli. Normalmente no me gusta dejar un libro a medias, pero este relato realmente es de horror y puro terror, lo peor de lo peor. Por esta razón, no voy a acabar de leer el libro. Estaba en la página 381.
Esta es mi razón:
Normalizar la pederastia, aunque se trate del año 1800 o 1900, me parece de una bajeza moral inconcebible. El contexto social en el que fue escrito no justifica la perversión del autor.
¡Basta de
violencia contra las mujeres! ¡Denuncio la pederastia en todas sus expresiones!
Las mujeres ya no debemos callar. Y si algo nos disgusta debemos manifestarlo
abiertamente. Ofenda quien se ofenda.
Por lo tanto, copiaré
y pegaré del propio cuento y que cada cual saque sus propias conclusiones. Las mías
ya os la he expuesto.
Para
contextualizar:
El narrador
protagonista se encuentra de visita en la India y Châli tiene tan sólo ocho
años.
Châli
“Tenía yo entonces treinta años, y era teniente de navío cuando me encargaron una misión astronómica en la India Central. (...)
Pero una noche, cuando volvía de
un paseo, encontré ante la puerta de mi palacio a Haribadada, solemne, que me
anunció, en términos misteriosos, que en mi habitación me esperaba un regalo
del soberano; y me presentó las excusas de su amo por no haber pensado antes en
ofrecerme una cosa que debía de echar en falta. Tras estas oscuras
palabras, el embajador se inclinó y desapareció.
Entré
y vi, alineadas junto a la pared y ordenadas por su altura, a seis niñitas,
unas al lado de otras, inmóviles, parecidas a una brocheta de eperlanos. La de
más edad quizá tenía ocho años; la más joven seis. En el primer momento no
comprendí bien por qué habían instalado aquel pensionado en mi cuarto, luego
adiviné la delicada atención del príncipe: era un harén lo que me regalaba. Lo
había elegido muy joven por exceso de amabilidad. Porque en aquellas tierras,
cuanto más verde es el fruto, más lo estiman. Y me quedé totalmente
confuso y molesto, avergonzado frente a aquellas chiquillas que me miraban con
sus grandes ojos graves y que ya parecían saber lo que yo podía exigir de
ellas.
No sabía qué decirles. Tenía
ganas de rechazarlas, pero no se devuelve un presente del soberano. Hubiera
sido una injuria mortal. De modo que tenía que quedarme con ellas, instalar en
mi habitación aquel rebaño de niñas.
Estaban allí
clavadas, sin dejar de mirarme, esperando mis órdenes, intentando leer en mis
ojos lo que pensaba. (…)
Por fin, sintiéndome ridículo,
pregunté a la mayor:
«Y
tú, ¿Cómo te llamas?»
Respondió:
«Châli».
Aquella
chiquilla de una piel preciosa, algo amarillenta, como de marfil, era una
maravilla, una estatua con su cara de líneas alargadas y severas.
Entonces,
para ver qué podría responder, quizá para ponerla en un aprieto, dije:
«¿Por
qué estás aquí?»
Respondió
con su voz dulce, armoniosa: «Vengo para hacer lo que te plazca exigir de mí,
mi señor».
La
chiquilla estaba adoctrinada.
E
hice la misma pregunta a la más pequeña, que articuló claramente con su voz más
débil: «Estoy aquí para lo que te plazca pedirme, amo mío».
Ésta
parecía un ratoncito, era muy graciosa. La levanté en mis brazos y la besé. Las
demás hicieron un movimiento, como para retirarse, pensando sin duda que yo
acababa de señalar a la elegida, pero les ordené quedarse (…)
Después me tomé gran interés en
la instalación del dormitorio donde iban a acostarse mis inocentes concubinas.
(…)
Durante ocho días, disfruté de
verdad haciendo de papá con aquellas muñecas. Teníamos admirables partidas al
escondite, al pilla-pilla, a las cuatro esquinas, que las sumían en delirios de
felicidad, porque cada día les revelaba uno de aquellos juegos desconocidos,
tan llenos de interés. (…)
Luego, una noche, no sé cómo fue,
la mayor, la que se llamaba Châli y que parecía una estatuilla de viejo marfil,
se convirtió en mi mujer de verdad.
Era
una criaturita adorable, dulce, tímida y alegre, que no tardó en amarme con un
cariño ardiente y a la que yo amaba de modo extraño, avergonzado, con
vacilaciones, con una especie de miedo a la justicia europea, con reservas, con
escrúpulos, y sin embargo con una ternura sensual y apasionada. La adoraba como
un padre, y la acariciaba como un hombre. (…)
Y, cogiendo entre mis brazos la
cabeza seria de mi pequeña amante, besaba lenta, largamente, su frente pulida,
sus grandes ojos impregnados del secreto de aquella tierra antigua y fabulosa,
y sus labios tranquilos que se abrían bajo mi caricia. Y yo experimentaba una
sensación confusa, potente, sobre todo poética, la sensación de que en aquella
niña yo poseía a toda una raza, a aquella hermosa raza misteriosa de donde
parecen haber salido todas las demás. (…)
Repartí besos de padre y pasteles
al resto de mis mujeres, y partí (…) (Mis
mujeres se refiere a las seis niñas de seis a ocho años)
Transcurrieron dos años,
(…) quise hacer una breve visita a mi amigo el rey de Ganhara, y a mi querida
mujercita Châli, a la que sin duda iba a encontrar muy cambiada. (Châli solo tendría diez años en ese
momento)
Y ahora creo que nunca he amado a
más mujer que a Châli”.
A la basura toda esta mierda. A la basura Guy de Maupassant. Por la memoria de todas las Châli del mundo 💗
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