Cómo vivir con 24 horas al día. Arnold Bennett. Fecha original de la publicación: 1908. 59 páginas.
Este no es un libro de autoayuda: no le hablará acerca de cómo canalizar sus energías positivas o del poder mágico de creer en sus sueños. Tampoco le explicará cómo ser más productivo y ganar siempre, ni cómo dominar el exitoso sistema de organización personal XXX, ni le enseñará las siete claves de la felicidad que transformarán su vida; y, por supuesto, no espere que le desvele el secreto para sacarle más horas al día. Arnold Bennett solamente le promete una cosa: «resultados exiguos en pago a ingentes trabajos». Con esta franqueza inhóspita —y una pluma bien cebada de humor británico— el autor juguetea con nuestras nociones del tiempo y la realidad en pos de ese aderezo último, ese «algo» esquivo cuya supuesta ausencia nos mantiene en vilo.
Un somero ensayo que alcanzó el podio editorial en Gran Bretaña y Estados Unidos, y que hoy, como ayer, sigue pidiéndonos cuentas por esas eternas y fugaces veinticuatro horas de cada día.
Opinión:
Cómo vivir con 24 horas al día, es un libro de Arnold Bennett escrito en clave de humor en el cual nos enseña cómo podemos aprovechar al máximo un día de 24 horas (sí, el mismo número de horas al día que tenemos todos los habitantes del planeta), de la misma manera como algunos libros nos instruye de "Cómo vivir de lujo con 398 euros al mes", "Hablar inglés en 7 días" o "Manual para ser feliz en el trabajo".
El lenguaje del libro huele a tufillo machista, que era lo que se estilaba en esa época, hace más de cien años, ya que va dirigido al HOMBRE que lo lee (lo pongo en mayúscula porque ese varón era muy hombre), pero hoy, yo, una mujer, he leído el libro y, por tanto, soy ahora mismo la que opino sobre él.
Pues bien, como iba diciendo, por si alguien quiere rebatir que cuando dicen "Hombres" también incluyen en el término a las "Mujeres" le responderé sin ninguna simpatía, que en esa época, en la que se escribió este libro, la mujer no tenía derecho al voto, ni a muchas otras cosas, que ahora no entraré a detallar, y se la consideraba con la misma inteligencia que la de un animal. Así que si eres de l@s que opinas que cuando se dice en un texto, o de manera oral, "Hombre" porque no hace falta referirse a la "Mujer", ya que se da por entendido que "también" entra en el concepto "Hombre", y, por lo tanto, que se dice de una manera inclusiva, te responderé que para cuando la sociedad nos trate a las mujeres de manera real, sin discriminarnos en nuestros trabajos y de rebote a nuestros sueldos y condiciones familiares, aceptaré "Hombre" como inclusivo.
Pero volviendo al tema del libro, que me despisto, realmente me ha resultado divertido leerlo, y aunque el consejo final que da sobre qué hacer con los 90 minutos/ tres días a la semana, me ha sorprendido y me ha arrancado una sonrisa, no haré spoiler, considero que lo que dice Bennett, que me parece genial, se puede sustituir por otra cosa que nos guste más.
Para acabar, pienso que en la actualidad, sí que podemos sacar alguna buena idea sobre cómo aprovechar al máximo las 24 horas de un día, aunque según qué trabajos se tengan, o las cargas familiares, obligaciones, etc. Lo digo por experiencia, las horas libres se convierten en una ilusión, pero insisto, dando la razón a Bennett, de que debemos hacer lo posible para dedicarnos aunque sea una hora al día a algo que nos guste y nos haga desconectar de todo. Y con ello, venceremos el cansancio o la apatía y sabremos aprovechar mejor nuestro tiempo libre.
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