El síndrome de la impostora. ¿Por qué las mujeres siguen sin creer en ellas mismas?. Élisabeth Cadoche y Anne de Montarlot.
El síndrome de la impostora. ¿Por qué las mujeres siguen sin creer en ellas mismas?. Élisabeth Cadoche y Anne de Montarlot. 2021. 311 p.
Traducción de María Eugenia Santa Coloma.
Sinopsis:
¿Por qué en el colegio las chicas creen que no han estudiado lo suficiente y en cambio los chicos piensan que «el examen era muy difícil»? ¿Por qué en la actualidad, aunque las estadísticas continúen mostrando que ellas sacan mejores notas, sigue faltándoles confianza (cosa que además influirá profundamente en su desarrollo profesional)? ¿Por qué la mayoría de mujeres sienten que son un fraude en su trabajo y que sus éxitos son solo fruto de la buena suerte? Esto es lo que se conoce como el síndrome de la impostora: una falta de autoestima que te lleva a dudar constantemente de tu potencial.
Este libro ahonda en las causas psicológicas de este fenómeno, explica cómo incluso algunas grandes líderes y creadoras —Michelle Obama, Angela Merkel o Margaret Atwood— lo han sufrido y da herramientas para aprender a creer en una misma y ganar la seguridad necesaria para tener una carrera profesional y personal exitosa.
Opinión:
El síndrome de la impostora de Élisabeth Cadoche y Anne de Montarlot es un fenómeno psicológico por el cual, las mujeres que lo padecen, a pesar de haber demostrado su valía con logros académicos o laborales, sienten que no están a la altura y que no son lo suficientemente buenas, competentes o capaces. Creen que todo lo que han conseguido no es consecuencia directa de su valía, sino que los logros han llegado a su vida por golpes de suerte o por otras razones, y por eso se sienten impostoras: consideran que, aunque tienen una buena posición, no la merecen y son, en realidad, un fraude.
Recomiendo este libro porque ofrece un mensaje importante, y es que el síndrome de la impostora no es irreversible, porque siendo conscientes de cuáles son sus síntomas, que significan y como nos pueden afectar en nuestras vidas, todo ello, nos puede permitir distinguir y, por lo tanto, bloquear las actitudes negativas hacia nosotras mismas, incluso hacia las demás mujeres, y de esta manera podamos seguir evolucionando y aceptando nuestros talentos y capacidades con una seguridad personal total.
¿Te ha pasado alguna vez sentirte una impostora, justo después de hacer alguna cosa de la que en un principio te sentías bien orgullosa?
Yo sí, por ejemplo, cuando escribí Alexia y el androide Karl, o La isla solitaria de Hikoko, con las ilustraciones de las portadas hechas por el brillante:
cuando las publiqué por Amazon, me sentí al principio una escritora impostora, impostada, como que en realidad no soy una "escritora de verdad", tal cual me lo dijo un día una compañera sin ánimo de ofender, en el sentido de que si no te publica una editorial tradicional no se te puede considerar una escritora de verdad, pero aquí entraríamos en otro debate, sobre cuando se es o no se es escritora.
Por cierto, ahora mismo no me importa si de cara a los demás soy o no una escritora "de verdad", simplemente lo soy en mi fuero interno y seguiré autopublicándome la mar de feliz.
Y también aprovecho para decir, que a quien os guste escribir, que el síndrome de la impostora no os cierre el paso a expresar lo que queréis manifestar y sigáis adelante con vuestra escritura y a la vez disfrutéis, permitiendo que vuestros escritos sean leídos.
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